viernes, 16 de mayo de 2014

LA INMEDIATEZ Y “LO PEQUEÑO” VS PROGRAMAS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL


Por: Inés Muñoz Aguirre






Un obstáculo que tiene que salvar todo programa serio de responsabilidad social, es  la deformación que existe en nuestra sociedad de que lo que no genera resultados inmediatos, no vale la pena. Somos una sociedad acostumbrada a la inmediatez, queremos resultados ya, no importa cual sea el ámbito donde nos desenvolvemos.   El mercadeo social nos enseña a entender que todo proceso de cambio, sobre todo cuando se trata de educación necesita de tiempo.  De etapas, que a veces pueden planificarse con el objeto de evaluarlas en la medida en que se van desarrollando. Hay quienes miran asombrados cuando a alguien se le ocurre plantear por ejemplo: enseñemos a la gente a cruzar por el rayado de peatones.  ¿En qué radica el asombro?  En la repetición de los viejos esquemas.  En que los proyectos o las ideas tienen que ser en grande porque sino no sirven para nada. Esa idea nos lleva al error de que todo cae en una suerte de masificación que nos impide estimular la participación desde lo individual. ¿Y creen que con eso se van a solucionar los problemas del país? Pues sí, diría yo. Plantear campañas donde el individuo es protagonista quizá no sea la solución en el corto plazo, pero es el único camino a través del cual se suman las voluntades. Cuando planteas trabajar sobre un objetivo como el rayado de peatones, Estás seleccionando uno de los problemas básicos, hasta podríamos decir que uno de los más sencillos para probar las formas de comunicar, la posibilidad de tejer redes, el abrir el dialogo e intercambio, la búsqueda de vías o canales a través de los cuales hacer fluir el mensaje.  La reacción de los receptores al mensaje y como se pueden incorporar cada uno de ellos para que el mensaje alcance la dimensión necesaria.
Esa sumatoria de pequeños objetivos nos conducirán a la posibilidad de concretar una propuesta.  Un elemento sencillo como este se convierte en un plan de prueba, pero más allá de eso, nos tenemos que plantear que si somos capaces de movilizar a la gente  con un mensaje sencillo y directo, podremos programar o proponer campañas que vayan profundizando gradualmente, por ejemplo en nuestro comportamiento ciudadano.   El cruce por el rayado de peatones se convierte en una excusa para ir avanzando poco a poco en una propuesta que podría ser de ciudadanía
¿Y eso ya no se hizo? La verdad es que no sólo se hizo alguna vez, hay quienes continúan haciéndolo. Si particularizamos, existe por ejemplo la campaña del Municipio Sucre, quien se apoya en payasos y  animadores que parados en las esquinas, buscan de la forma más agradable recordarle a la gente por donde debe cruzar.  Con estas figuras se busca disminuir el nivel de violencia con que responden algunas personas que se sienten afectadas cuando alguien les llama la atención, pero lo cierto es que recurriendo a los dichos populares, “un solo palo no hace montaña”, sumarse a una propuesta como esta plantearía tejer una gran red, como se hace necesario en estos casos.
¿Por qué ahora? Esta es otra de las preguntas que suelen formular las directivas de las empresas cuando se plantea una propuesta como esta, de una forma contundente podríamos responder : porque es ahora o nunca. No tenemos porque tener un momento de características especiales para abordar un tema que nos afecta a diario. También habrá quien diga ¿Y con la gravedad de los problemas del país nos vamos a ocupar de eso? Si, porque agobiado por los problemas mayores tendemos a ignorar que la sumatoria de los pequeños problemas, de las irregularidades que saltan a la torera porque son pequeños, a la falta de autoridad que debe ejercerse a diario, a cada minuto, en cada cuadra de la ciudad, se alcanza siempre un problema mayor. Atacando este tipo de comportamiento no ciudadano empezamos a poner orden en la casa, o es qué a todos se les olvidó la maravilla que se había logrado en el Metro de Caracas, con la repetición constante a través del micrófono de las normas que había que respetar, del uso de las cámaras que me permitía que se llamara la atención de un forma directa, por ejemplo: “El señor de la camisa azul, por favor no pise la raya amarilla de seguridad”. Este tipo de llamada permitía que los usuarios estuvieran alerta, no querían ser reconocidos públicamente como un infractor. ¿Un infractor de qué? Precisamente de una norma pequeña, pero que permitía el orden y que contribuyó a crearle al Metro la fama del mejor de Latinoamérica. ¿Qué pasó, qué hoy en día el comportamiento de los usuarios es quizá el peor de Latinoamerica? Que se perdió el llamado de atención, el compromiso, la repetición y la autoridad. Este es el mejor ejemplo de que las acciones “pequeñas” también valen y son importantes para nuestra sociedad y para ejercer la ciudadanía.


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