Por: Inés Muñoz Aguirre
Un obstáculo que tiene que salvar todo programa serio de
responsabilidad social, es la
deformación que existe en nuestra sociedad de que lo que no genera resultados
inmediatos, no vale la pena. Somos una sociedad acostumbrada a la inmediatez,
queremos resultados ya, no importa cual sea el ámbito donde nos desenvolvemos. El mercadeo social nos enseña a entender que
todo proceso de cambio, sobre todo cuando se trata de educación necesita de
tiempo. De etapas, que a veces pueden
planificarse con el objeto de evaluarlas en la medida en que se van
desarrollando. Hay quienes miran asombrados cuando a alguien se le ocurre
plantear por ejemplo: enseñemos a la gente a cruzar por el rayado de peatones. ¿En qué radica el asombro? En la repetición de los viejos esquemas. En que los proyectos o las ideas tienen que
ser en grande porque sino no sirven para nada. Esa idea nos lleva al error de
que todo cae en una suerte de masificación que nos impide estimular la
participación desde lo individual. ¿Y creen que con eso se van a solucionar los
problemas del país? Pues sí, diría yo. Plantear campañas donde el individuo es
protagonista quizá no sea la solución en el corto plazo, pero es el único
camino a través del cual se suman las voluntades. Cuando planteas trabajar
sobre un objetivo como el rayado de peatones, Estás seleccionando uno de los
problemas básicos, hasta podríamos decir que uno de los más sencillos para
probar las formas de comunicar, la posibilidad de tejer redes, el abrir el
dialogo e intercambio, la búsqueda de vías o canales a través de los cuales
hacer fluir el mensaje. La reacción de
los receptores al mensaje y como se pueden incorporar cada uno de ellos para
que el mensaje alcance la dimensión necesaria.
Esa sumatoria de pequeños objetivos nos conducirán a la posibilidad de
concretar una propuesta. Un elemento
sencillo como este se convierte en un plan de prueba, pero más allá de eso, nos
tenemos que plantear que si somos capaces de movilizar a la gente con un mensaje sencillo y directo, podremos
programar o proponer campañas que vayan profundizando gradualmente, por ejemplo
en nuestro comportamiento ciudadano. El
cruce por el rayado de peatones se convierte en una excusa para ir avanzando
poco a poco en una propuesta que podría ser de ciudadanía
¿Y eso ya no se hizo? La verdad es que no sólo se hizo alguna vez, hay
quienes continúan haciéndolo. Si particularizamos, existe por ejemplo la
campaña del Municipio Sucre, quien se apoya en payasos y animadores que parados en las esquinas,
buscan de la forma más agradable recordarle a la gente por donde debe
cruzar. Con estas figuras se busca
disminuir el nivel de violencia con que responden algunas personas que se
sienten afectadas cuando alguien les llama la atención, pero lo cierto es que
recurriendo a los dichos populares, “un solo palo no hace montaña”, sumarse a
una propuesta como esta plantearía tejer una gran red, como se hace necesario
en estos casos.
¿Por qué ahora? Esta es otra de las preguntas que suelen formular las
directivas de las empresas cuando se plantea una propuesta como esta, de una
forma contundente podríamos responder : porque es ahora o nunca. No tenemos
porque tener un momento de características especiales para abordar un tema que
nos afecta a diario. También habrá quien diga ¿Y con la gravedad de los
problemas del país nos vamos a ocupar de eso? Si, porque agobiado por los
problemas mayores tendemos a ignorar que la sumatoria de los pequeños
problemas, de las irregularidades que saltan a la torera porque son pequeños, a
la falta de autoridad que debe ejercerse a diario, a cada minuto, en cada
cuadra de la ciudad, se alcanza siempre un problema mayor. Atacando este tipo
de comportamiento no ciudadano empezamos a poner orden en la casa, o es qué a
todos se les olvidó la maravilla que se había logrado en el Metro de Caracas,
con la repetición constante a través del micrófono de las normas que había que
respetar, del uso de las cámaras que me permitía que se llamara la atención de
un forma directa, por ejemplo: “El señor de la camisa azul, por favor no pise
la raya amarilla de seguridad”. Este tipo de llamada permitía que los usuarios
estuvieran alerta, no querían ser reconocidos públicamente como un infractor.
¿Un infractor de qué? Precisamente de una norma pequeña, pero que permitía el
orden y que contribuyó a crearle al Metro la fama del mejor de Latinoamérica.
¿Qué pasó, qué hoy en día el comportamiento de los usuarios es quizá el peor de
Latinoamerica? Que se perdió el llamado de atención, el compromiso, la
repetición y la autoridad. Este es el mejor ejemplo de que las acciones
“pequeñas” también valen y son importantes para nuestra sociedad y para ejercer
la ciudadanía.
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