POR: Inés Muñoz Aguirre
En general cuando se habla de
comunicación, aquellos que tienden a manejar conocimientos que no han logrado
evolucionar en medio de los cambios violentos que han traído los últimos años
en una materia tan cambiante como esta
se usa el término de “relaciones públicas”.
Este es un término que ha
formado parte de nuestra vida diaria en pleno Siglo XX y que dadas las
variantes que le fueron conseguidas en su aplicación, su ejecución se volvió
mucho más amplia que su definición teórica, abarcando espectros a veces
inexplicables. Y es que todas las definiciones que se han generado en torno al
oficio se han vuelto tan subjetivas que para algunos su desarrollo tiene
características estrictamente locales, mientras que para otros su ambigüedad se
debe a una aparente universalidad, que las hace casi indefinibles. Una gran lista de actividades se agrupan como
parte de sus funciones y esas variantes han llevado con el tiempo a entender la
transformación de dicha actividad hacia lo que hoy en día se conoce como
comunicación estratégica.
Uno de los aspectos más
difíciles a los que ha tenido que enfrentarse esta área de la comunicación,
tiene que ver con la falsa creencia de que con un programa de relaciones
públicas se solucionará cualquier problema y es un concepto que ha arrastrado
consigo su propia evolución. Sin embargo no es una equivocación estricta de
este género, porque por el contrario para los que han entendido que los
términos también evolucionan y que hoy en día son capaces de hablar de
comunicación o más allá, hablar de estrategia también parece persistir la falsa
creencia que con sólo hacer comunicación solucionaran todo. Ha sido tan
deformada la utilización de los diversos ámbitos comunicacionales que hay quien
cree que con sólo poner un único aviso venderán todo lo que tienen en su
inventario y si no lo logran, emiten juicios de valor negativos refiriéndose al
medio donde publicaron. Hay quienes creen que no hay que hacer comunicación de
una forma constante, sino que hay que recurrir a ella sólo en momentos específicos.
Y así como se le considera
una solución a todo problema, también se cree que son las relaciones públicas
el camino para enmascarar cualquier problema,
error o desacierto cometido, en las líneas de una empresa, en la realización de
un evento o en el accionar de un individuo con participación pública.
Los estudiosos del tema
Cutlip y Center expresan “Solo el conocimiento generalizado de las relaciones
públicas puede hacer desaparecer la creencia de que esta profesión es una
especie de magia negra, gracias a la cual se induce al público a opinar
favorablemente sobre una organización, lo merezca o no. Otro error bastante
común es el de suponer que las relaciones públicas consisten principalmente en
la publicación en la prensa de noticias favorables sobre la organización,
eliminando las desfavorables”.
Lo cierto es que el área de
la comunicación se ha especializado cada vez más, los profesionales necesitan
formarse profundizado sus conocimientos en el segmento en el cual desean
trabajar. Son muchas las aristas, entre ellas las relaciones públicas como
tales, que hoy forman parte del concepto agrupador de comunicación estratégica.
En la transformación experimentada, por ejemplo, de lo que originalmente era una forma de
relacionarse con los demás, casi de individuo a individuo, hoy, las grandes
corporaciones han asumido el interés necesario y la práctica en los principios
de lo que se ha dado a conocer como Responsabilidad Social, pero que está
estrechamente ligada al cómo las empresas contribuyen con el bienestar público,
apoyándose en ellos para establecer una relación provechosa con la sociedad.
Los autores estudiosos de los
temas de comunicación coinciden en decir que predominan los problemas de
semántica y en la confusión de que el termino relaciones publicas se emplea en
sentidos diferentes. El primero de ellos que explica que las mismas existen
para generar las relaciones con individuos y grupos de un público general, en
un segundo término que son los medios para lograr unas relaciones favorables y
que tiene que ver con la calidad o condición de las relaciones de una
institución.
Lo cierto que es los medios y
los fines no pueden mezclase como una sola definición, las relaciones de
comunicación deben ser consideradas como el esfuerzo planeado para influir en
la opinión por medio de la actuación o ejecución de medios que permitan
establecer una comunicación recíproca.
Al término Relaciones
públicas se le atribuye la publicidad, las agencias o relaciones con la prensa, la propaganda,
pero estos en realidad son instrumentos y es por ello que se ve en la necesidad
de evolucionar.
Una de las definiciones más
claras en el ámbito de la comunicación es aquella que tiene que ver con que la comunicación estratégica es una
función administrativa que evalúa la actitud del público, identifica la
política y los procedimientos de un individuo o de una organización con el
interés público y lleva a cabo un programa de acción destinado a atraerse la
comprensión y la aceptación del público, tanto interno como externo. En esta
definición aparecen implícitos los tres objetivos fundamentales del profesional
de la comunicación
1. Establecer y evaluar la opinión pública
2. Asesorar a los directivos sobre la forma de manejar
la opinión pública en sus diversos aspectos
3. Emplear a los medios de comunicación adecuados para
influir en la opinión pública
En conclusión, esta historia
inicial sobre la evolución nos muestra que cuando hablamos de comunicación
estratégica, no estamos hablando de caprichos o de simples suposiciones,
estamos hablando del reconocimiento a un área que cada vez adquiere más
importancia en el avasallante mundo de las comunicaciones de hoy.
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