domingo, 9 de noviembre de 2014

Se habla maracucho…

                                                            Por: Isabel Cecilia González Molina 
Desde hace cuatro años debo ir por trabajo a Maracaibo, a esa ciudad apenas la llevaba en la memoria puesto que la había visitado cuando muy pequeña con mis padres. Recordaba la maravillosa sensación de andar de hotel, las habitaciones y las áreas sociales, los restaurantes y las piscinas, todo enmarcado en una terraza con vista al Lago.
A ese hotel frente al Lago regresé hace unos días, al parecer la única emocionada con la idea era yo porque a quien le contaba que había hecho tales reservaciones me miraba como quien se ha extraviado. La verdad aquel hotel existe únicamente en sus espacios, inaugurado en 1953 se constata como sus 61 años se hacen notar. Es un viaje a la nostalgia.
No me interesa mucho entrar en detalles, pero es importante decir que los hoteles construidos durante la dictadura del General Pérez Jiménez siguen en pie y forman parte de los hoteles mantenidos por Venetur. Como les he contado en otras crónicas siempre tuve la gran suerte de viajar mucho por Venezuela, especialmente por mi papá que creía que era muy importante hacernos conocer nuestro país.
         Mis padres eran muy venezolanos, orgullosos de haber nacido en estas tierras, agradecidos por las oportunidades que les dieron. Hoy quisiera que muchos venezolanos síntiense ese mismo orgullo. Cuando escucho decir  en la televisión  la frase que “Ahora si tenemos patria” pienso de inmediato en aquellos días de mi infancia cuando veía a los jóvenes irse a grandes universidades en el extranjero con el plan concreto de terminar sus estudios para regresarse a trabajar acá. Entonces no se hablaba de emigrar, ni buscar otras oportunidades en el exterior, Venezuela era el país de las oportunidades.
            Los que andamos dando vueltas por Venezuela estamos constatando dos grandes verdades: La primera, el sistema hotelero y de transporte está muy mal, los viajeros pasamos muchas dificultades. La segunda, en toda Venezuela hay escasez. Tengo un amigo que se empeña en responderme que la escasez es un invento mediático porque según él todo lo que necesita lo encuentra. Como él lo asegura lo doy por asentado, porque no vale discutir lo que se afirma. Sin embargo, quisiera que fuésemos seres justos, sinceros y capaces de ver lo que está frente a nosotros. Para mí no estamos bien, porque no importa lo que me digan, “No puede ser este nuestro mejor país”.
            Se gasta muchísimo dinero en propagandas para incrementar el turismo, eso lo debemos hacer porque somos un país con lugares únicos en el mundo, de playas extraordinarias, de islas paradisíacas. El turismo debería ser una fuente de trabajo y de porvenir.  Se invierte muchísimo en propaganda pero solo con propaganda no vamos a atraer a los turistas. Los turistas, esos que traen dinero a los países, necesitan ciertas garantías: seguridad y comodidad. Usted no va a gastar su tiempo  y su dinero para ir a un lugar en que la va a pasar mal y menos aún un lugar del que no esté seguro de regresar. Por eso es tan importante poder ofrecerles a los turistas una verdadera infraestructura turística.
            Lamentablemente en este país no se ha desarrollado la industria turística, solo existen como en generación espontánea una serie de hoteles de todo tipo y categorías. Los precios van desde todos los bolsillos, pero debemos tener claro que a los extranjeros el cambio oficial les resulta terriblemente costoso, al grado que una habitación puede llegar a estar a la altura de un buen hotel en Nueva York y seamos honesto ninguna ciudad nuestra es Nueva York. No entiendo como se gasta en propaganda y no se realiza una sinceración con respecto al dólar para los turistas quienes deberían comprar sus paquetes a un dólar SICAD.
            Estoy por creer que nos importa muy poco, tal vez el turismo nunca ha sido de nuestro interés, pero me niego a pensar que no le demos valor a una industria que puede proporcionarnos muchos trabajos y mucho bienestar. Uno de los mayores problemas de este país es que la economía se sustenta en la entrada petrolera y aunque el petroleó da mucho dinero, no proporciona mucho empleo. Todos los venezolanos no podemos trabajar en PDVSA. Por eso mi empeño en desarrollar el turismo. La hotelería, los servicios turísticos, los alquileres de auto, de lanchas, de equipos, los restaurantes, la aviación, los transportes, hasta los quiosquitos de ventas de coco y empanadas, todo eso y más proporciona muchos empleos y fortalece las regiones.
            Esos hoteles que huelen a pasado que visito, cuentan de un ayer en el que se hizo un gran esfuerzo por sacarle potencialidad a lo más grande de este país, su belleza natural. Hubo un tiempo en que disfrutábamos ser turistas nacionales y pasar nuestras vacaciones recorriendo desde el Táchira hasta Sucre, yendo de la montaña al mar. Ese
entonces parece remoto, porque la humedad campea por las habitaciones, las alfombras están manchadas, la televisión no tiene cable y si uno llama a la recepción no hay un solo empleado que responda: “lo lamento, usted tiene razón en quejarse, deberíamos estar mejor”.
            Me preocupa vivir en un país en el que ya no nos importen las cosas, que aceptemos que no existen mejorías, que estamos condenados a vivir así, tal cual. Me da mucha tristeza pensar que la indolencia sea algo común y dejemos pasar. Sin embargo, yo quiero creer que hay mucha gente como yo que desea mejorar.

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