Había una vez un huevo que deseaba
llamar la atención de alguna manera, pero no sabía cómo hacerlo y conoció a una
muchacha muy amarga ella.
¿Qué te pasa mijita? que desde que te
conozco estás llorando, perdóname por no llamarte por tu nombre, pero la verdad
es que se me olvidó.
Tímida y en sollozos ella responde
–
Mi
nombre es Cebolla, ya sé que eres tú eres Huevo, se lo oí a Papa. Gracias por
mostrar interés, pero de verdad no sé qué me pasa; este como que es mi estado
natural, llorar y llorar.
Asombrado Huevo por lo que acaba de
oír y sintiéndose importante alguna vez en su vida, la consuela.
–
Tranquila
Cebolla, desde hoy tú y yo vamos a ser grandes amigos y verás que muchos nos
tomarán en cuenta para grandes ocasiones; verás que no faltaremos en celebraciones
elegantes; también en las informales, que son en las que más hay diversión.
Emocionada, al sentir que tiene un
amigo, espontáneamente le dice:
–
Un
día de estos te voy a presentar a unos familiares cuyos nombres son Cebollín,
que es un poco más sutil que yo; otro, que tiene carácter similar a Cebollín es
Ajo Porro, pero como es medio creído le gusta que le digan “puerro”. Hay otro
cuyo temperamento es muy fuerte y su nombre es Ajo. Él es chiquitico, y para
ablandarlo hay que quitarle el corazón.
Un día Papa, muy emocionada, consiguió
a Cebolla, para variar, toda lagrimosa. Papa estaba muy excitada y no le salían
las palabras de la emoción.
–
¡Cebollita!
alégrate chica; me acaban de dar la noticia acerca de una fiesta que están
planeando, y dijeron que de nosotros
sólo podríamos ir tres.
Cebollita con menos lagrimeo, se pone
pensativa.
–
Le
voy a decir a Huevo y ya somos los tres.
La fiesta era esa misma tarde y ellos
tres, sin saber cómo llegaron, se consiguieron en el lugar del evento. Una vez
estando en el sitio les brindaron una cantidad de atenciones; masajes y cortes
entre ellas. Baños con agua caliente que a Papa le encantaban. y de paso le
renovaron la piel.
Huevo se consiguió con varios amigos,
eran como cinco más de ellos; Papa encontró a cuatro más igualitas a ella que les estaban
haciendo lo mismo; todas ellas estaban contentas. Quien menos tuvo suerte fue
Cebolla, que aparte de ella, eran dos más.
Papa y sus amigas se convirtieron en
rodajas y luego las pasaron por agua hirviendo; allí conocieron a Sal que era
la contadora de chistes. Sal le daba alegría. Mientras, en otra sala, a Cebolla
le estaban quitando capas que las convertirían en flecos, que por ahí le
llamaban estilo Julliene. Huevo y sus amigos se estaban divirtiendo más que
Cebolla y Papa porque se los habían llevado a un Parque de Atracciones y allí empezaron
a darles vueltas hasta convertirlos en uno solo, prácticamente los batieron.
No se imaginaban que la diversión
sería aún mejor.
Después de que Papa y sus secuaces
estaban blanditas y relajaditas, y Cebolla muy elegante vuelta flecos, se
consiguieron con Huevo que llegó mareadito con sus amigos; no se reconocía,
eran todos uno solo. A los tres grupos
los mezclaron para que se conocieran mejor y Sal vino a darles más alegría. Los
llevaron a una pista más caliente, en la que los estaba esperando Aceite, el
que faltaba. Muy agradable al tacto, pero peligroso en exceso.
Estuvieron un tiempo hasta unirse más.
Estaban más compenetrados y ninguno de ellos hablaba porque perderían lo que
estaban disfrutando. De pronto sintieron como si los hubieran volteado y en
efecto eso fue lo que pasó. Los de arriba estaban abajo y los de abajo estaban
arriba. Pasaron en esa posición como cinco minutos y luego como por arte de
magia, salieron a una gran sala que estaba fresca y menos caliente.
Ya con ánimos y fuerzas. Cebolla
pregunta:
–
Amigos
¿Qué nombre le damos a este grupo?
Al unísono Huevo y Papa respondieron.
–
¡Tortilla! y para darle más carácter también le
pondremos “Española”.
Consejos:
1.
Para
que el ajo sea menos pesado al comer, recomiendo abrir el diente a lo largo y
quitarle el brote.
2.
Para
que a la papa no le entre tanta agua, recomiendo hervirla con la concha y
cuando esté suave se deja enfriar un poco y la concha sale con facilidad.
3.
Para
que no queden las manos con olor a cebolla, ponerlas bajo el chorro de agua,
junto con el cuchillo con el que se cortó la cebolla.
4.
Para
darle un mejor sabor a la tortilla, se le puede poner tropezones de chorizo
español. Queda exquisita.
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