lunes, 3 de noviembre de 2014

Gerencia Ambiental / Diagnóstico y estrategias para el manejo integral de los residuos de construcción y demolición (RCD) en la ciudad de Bogotá-Colombia

                                                                                                          

                                                            Por: Rodrigo Misle



Entre los años 2003 y 2009, la economía colombiana ha tenido un crecimiento a las tasa más altas de las últimas tres décadas con un promedio de 4,1 % por año y para julio de 2012 se licenciaron 1.890.780 m² para construcción, 42.969 m² más que en  el mismo mes del año anterior (1.847.811 m²), lo que significó un crecimiento de 2,3% en todas las actividad referidas a la construcción. Recientemente un estudio realizado por la unidad administrativa especial de servicios públicos (UAESP 2012) el volumen de escombros generados en la ciudad de Bogotá por el sector público entre los años 1998 y 2009 es de 22.155.144 m³, mientras que el sector privado genera un volumen de 60.181.958 m³; con una tasa de crecimiento aproximada del 5.22% anual, obteniéndose así, una aproximación para el año 2020 del volumen de escombros cercana a 214.073.948 m³.

La ciudad de Bogotá cuenta actualmente con seis localidades para la  disposición final de  escombros aprobados por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU); uno de ellos se encuentra en la ciudad y los restantes en las periferias, los que resultan insuficientes para acoger los crecientes volúmenes de escombros generados por la vigorosa actividad constructiva de la ciudad.

Así mismo la disposición final de escombros se  realiza en predios agrícolas y  rondas de ríos, que son utilizados  por sus grandes extensiones, alterando las propiedades fisicoquímicas del suelo y subsuelo, lo que genera una afectación de las aguas subterráneas. Las regulaciones ambientales existentes para controlar los botaderos, escombreras carecen de evaluaciones de manera sistemática, falta de información sobre el  impacto ambiental  real que estos residuos generan y  más importante aún, cuál es la vida útil de los rellenos sanitarios y escombreras. Tan solo con el aprovechamiento del 25% de los escombros generados en el distrito capital,  podría reducir la disposición en 12 años en un 74% aproximadamente (UAESP 2012).

Desde la generación de residuos de construcción y demolición (RCD) se pueden comenzar a caracterizar los materiales producidos en situ, mediante el almacenaje del mismo en contenedores identificados por tamaño, colores y nombre técnico. Poon (2006), denota que el índice de aprovechamiento de los RCD aumentará a medida que sea posible una clasificación adecuada en los sitios de generación de los mismo, incluso para su reutilización en sitio. Por otro lado en las demoliciones manuales también se puede generar mayores índices de aprovechamiento en comparación con las demoliciones realizadas con maquinaria pesada.

En los casos en los que sea necesario evacuar los residuos de construcción y demolición (RCD) del sitio de obra, es importante contar con una estación de transferencia en la que se determine con certeza una separación de materiales no pétreo (madera, vidrios, metales, plásticos). Luego el material es transportado y entra en la etapa de procesamiento, donde deberá pasar por un cribado que permita clasificar el material con tamaños adecuados para su aprovechamiento sin necesidad de ser procesados, con lo cual evitamos el desgaste de la maquinaría en elementos que ya pueden ser aprovechados sin trituración. Los materiales que sean rechazados del cribado serán aquellos con tamaños mayores que requieren una trituración para su aprovechamiento.

Para llevar a cabo la trituración se hará una alimentación de la planta mediante cargadores, los cuales deberán ser seleccionados de acuerdo al volumen a procesar. Luego se comenzará a realizarse una trituración primaría. Al finalizar la trituración deberá trabajar el separador magnético que es el encargado de eliminar los elementos metálicos que puedan desprenderse de los elementos estructurales de concretos, así mismo para otros materiales que presenten baja densidad se debe tener un separador neumático. Una vez el residuo de construcción y demolición ha sido triturado, pasará a través de cribas en serie, cuyo principal  objetivo es clasificar el material de acuerdo a su tamaño, con la acción de las bandas transportadoras, las cuales deberán formar los acopios de grava, gravilla y arena. Al finalizar la criba o separación del material, se deberá revisar los porcentajes de material generado, discriminados por el tamaño final,  con el objetivo de definir si se requiere una trituración secundaría.


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