GABINO Y LA INGLESA
Hace mucho tiempo,o como se diría en
inglés Long time ago, por los predios
de Barlovento había un muchacho moreno. Gabino; muy alegre; danzaba al son de
los tambores con las melodías que llevaba en el corazón. Sus amigos le llamaban
“El Negro Estrellado”, apodo que le llegaba muy bien por su oscura piel y la
blancura de sus dientes que era como de rayo de tormenta eléctrica. Los
bromistas le decían: “¡Ah, neeegro,
pele’sos diente pa’quiluminejel camino!”
Una clara noche, llegó al litoral una
expedición de varias misiones de países europeos que tenía como finalidad pasar
unos días de esparcimiento y conocer las playas.
“Negro Estrellado” no se había
enterado de la visita, él sólo tenía cabeza para sus muchachas, hasta que fue a
buscar unos cocos que necesitaban en su casa para hacer conservas. Allí vio a
Victoria, integrante de la misión inglesa; quedó petrificado ante tanta
hermosura. Blanca, como cima recién nevada, de cabello tan liso que parecía
cascada de oro fundido. Sus novias las borró de su mente como si hubiera pasado
un interruptor. Sólo había espacio para “La Catira”.
Montado en una bicicleta, pensando en
su catira, se le cumplió lo que anhelaba: tenerla frente a frente, y para ñapa,
con charla incluida. ¡Estaba anonadado!
Con un dominio del español la inglesa
interpeló al negro:
–
Hola,
¿Es usted de por estos lados?
–
Si,
señorita, yo nací aquí, en la casa que tiene a su derecha.Soy
barloventeño. Dígame, ¿Qué desea? –
Contestó sorprendido él mismo de su elocuencia y sin el tartamudeo que lo
invadía cuando era presa de sus nervios.
–
Yo
soy inglesa y me gustaría conocer acerca de sus comidas, específicamente los
postres que preparan ustedes, sobre todo con el cacao.
–
Crearemos
un postre en el que se unirán ambas culturas –Le dijo Gabino a su catira.
–
¿Qué
haremos? No entendí –Contestó Victoria confusa.
Vamos
al mercado– Dijo Gabino sin mediar palabra con Victoria– Compraremos los ingredientes
para que hagas un acompañante del cacao que será el protagonista y yo buscaré
los ingredientes para el postre que prepara mi abuela.
Una vez con los ingredientes en mano
se fueron a la casa de la abuela Telésfora a preparar los manjares. Gabino sacó
de la cesta cacao semi amargo, 300 grs; igual cantidad de azúcar y mantequilla;
seis huevos; ¾ de taza de harina y leche.
Hablaba como si la estuviera
seduciendo.Ponemos el horno a 175 ó 180º y derretimos la mantequilla; ahora
pondremos en baño de María, la leche, el cacao y la mantequilla derretida. Le
pidió a Victoria que moviera con una paleta de madera y posó su mano sobre la
de ella para llevar un ritmo suave y tierno.
–
Así,
poco a poco– Le susurró al oído…
–
Ahora
endulzamos sin dejar de mover y sin dejar que hierva el chocolate dándole
tiempo para que nos cautive con su aroma. Seguimos con las yemas de los huevos,
las que, batiendo enérgicamente haremos que se unan al chocolate. Que sean uno
solo.
–
Sumamos
a esa delicia primero la harina y luego las claras de huevo que deben estar a
punto de nieve, que incorporaremos moviendo en forma suave y envolvente.
Llevamos este manjar a un molde preparado y lo dejaremos en el horno por
venticinco minutos.
Ahora te toca a ti. Deléitame con tu
acompañante –Dijo Gabino
Tomó una olla y puso 1 litro de leche
a calentar agregándole una taza de azúcar y la vainilla. Le dijo a Gabino que
las seis yemas que le habían sobrado, junto a otras dos, las pusiera en un
recipiente de vidrio, las batiera enérgicamente y se las agregara a la leche,
removiendo constantemente hasta que empezara a hervir.
–
Cuando
empiece a hervir le bajas el fuego a lento y sigues moviendo hasta que espese,
después apagas y la dejas enfriar.
Victoria tomó la crema y la derramó
sobre el esponjoso, negrísimo y oloroso bizcocho, creando un contraste que
provocaba devorarlo.
Y Colorín colorado, ese negro se ha
encamisado.
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