Por: Fabio Capra y Daniel Belandria
Quienes escribimos esta columna somos desde
hace algunos años profesores de diseño de dos de las principales escuelas de
arquitectura de la capital y, por que no, del país. En este sentido, siempre
que va a iniciar un nuevo período académico, sea éste trimestre o semestre,
divagamos por una buena cantidad de temas arquitectónicos o urbanos, reales o
utópicos, sobre los cuales establecer una propuesta para nuestros cursos. Claro
está, siempre adecuándolos al nivel formativo: primeros niveles, niveles
intermedios o últimos niveles de la carrera. Así, para el actual período
académico que comienza luego de las llamadas vacaciones de verano, hemos tenido
a bien plantear el problema del espacio público en Caracas.
Para los lectores habituales de esta columna,
éste ha sido un tema recurrente a lo largo de las veintitantas entregas que
hemos publicado. Pero, tal y como ya lo hemos establecido anteriormente, el
espacio público —al menos en el contexto local— plantea varias situaciones
importantes, a saber:la insuficiencia de parques, bulevares y plazas para todos
los habitantes de la ciudad; la inaccesibilidad y la inadecuación
programáticapara todos los potenciales usuarios (niños, jóvenes, adultos y
mayores); la heterogeneidad de códigos formales-constructivos que permitan
reconocerlos como espacios abiertos a todo público; y la 'asistematización'de
los pocos espacios existentes, los cuales son incapaces de generar verdaderos
sistemas urbanos. Así, para el curso que vamos a comenzar, hemos bosquejado
tres ejercicios de diseño que buscan explorar y plantear propuestas que den
respuestas a varias de estas situaciones.
En primer lugar, hemos llamado la atención
sobre la quizás equivocada importancia que la opinión pública ha dado a los
grandes proyectos de parques o plazas (como por ejemplo, el proyecto del Parque
Verde Metropolitano La Carlota o la llamada Plaza de la Revolución). Si bien
este tipo de proyectos son importantes, puesto que tienen mucho que decir sobre
la evolución urbana de la ciudad, poco o nada aportan a la dinámica diaria de
la inmensa mayoría de los habitantes de Caracas, quienes a pie van y vienen de
sus hogares a los lugares de trabajo sin encontrar ningún espacio público en
sus periplos. Es por esto, que el primer ejercicio explora la posibilidad de
desarrollar propuestas no convencionales para la creación o recreación de
espacios públicos de pequeña escala diseminados en espacios anónimos de la
ciudad. Y para esto la 'activación' de los potenciales usuarios —y no así el proyecto
en sí mismo—es fundamental.
En segundo lugar, y a propósito de aquella
idea generalizada de que Caracas no cuenta con sistemas de espacio público, hemos
llamado la atención sobre lo que consideramos son formidables oportunidades de 'interconexión'.
Solo basta con listar los espacios que yacen uno al lado de otro sin tener un
claro enlace peatonal. De oeste a este aparecen: Av. San Martín, Av. Sucre,Parque
El Calvario,Plaza O’leary, Plaza Caracas, Plaza Diego Ibarra, Av. Bolívar, Av.
México, Bulevar Amador Bendayán, Plaza de Los Museos, Parque Los Caobos,Plaza
Venezuela, Bulevar de Sabana Grande, Plaza Brión, Av. Francisco de Miranda
–Plaza Altamira, Parque Francisco de Miranda, Plaza Miranda, y Bulevar La
Carlota en medio–, y Plaza Sucre –en el
Centro Histórico de Petare–. Y si tomamos como cierto el Parque Verde
Metropolitano La Carlota, entonces: Bulevar Río de Janeiro, Plaza Alfredo Sadel
y Av. Río de Janeiro. Y si seguimos hacia el sur desde Plaza Venezuela,
entonces: Jardín Botánico, Ciudad Universitaria, Paseo Los Ilustres –Plaza Las
Tres Gracias y Plaza Los Símbolos en medio–, yPaseo Los Próceres.Toda la ciudad
potencialmente enlazada. De donde surge la pregunta, y ¿cómo es que no podemos
realizar –al menos no con facilidad– estos recorridos? Por la conectividad peatonal,
por la articulación de los espacios. Éste es el objetivo del segundo ejercicio.
Y en tercer lugar, simplemente la proyección
de uno de estos espacios de interconexión como un nuevo espacio público para la
ciudad. De donde surgen dos situaciones proyectuales importantes: la atención a
los detalles constructivos para la edificación del vacío, y la incorporación
del equipamiento para el éxito del espacio. Todo esto con el fin de lograr la
‘fijación’ de un nuevo lugar en el imaginario urbano.
En resumen, cada una de las propuestas busca
establecer posibilidades urbanas de interacción. La primera, con la activación
de los usuarios. La segunda, con la interconexión de los sistemas urbanos
existentes de la ciudad. La tercera, con la fijación de nuevos lugares dentro
del imaginario colectivo. Cualquiera sea la acción, quizás valdría la pena que
estrategias como estas dejaran de ser simples programas académicos y empezaran
a formar parte de la planificación de quienes dirigen el desarrollo de la
ciudad.
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