PARTE 2
Por: Isabel Cecilia González Molina
isabelceciliagm@yahoo.com
A mis padres les encantaba viajar en el ferry a
Margarita. Usualmente nos embarcábamos en el que sale de Cumaná que suele ser
más viejo.
“Casi una chalana” decía mi tía Flor, compañera de
andanzas.
Recuerdo largas colas para subirnos, noches y
madrugadas. Muchísimas personas iban a la isla atraídas por su puerto libre, en
el que se conseguía de todo tipo de mercancías importadas. De ese tiempo queda
algo vago, también escasea.
Quizás por eso me atreví a irme en Ferry sola, así
como lo oyen, me fui por la mañana al puerto de la Guaira para embarcarme. Muchas personas me preguntan si no me da
miedo andar por ahí por mi cuenta y yo les respondo que sí, muchas veces me da
miedo, porque a veces no hay alguien con quien hablar como me sucedió en la
isla de Santorini, cuyas callecitas laberínticas anunciaban mucha soledad. Yo
era la única huésped del hotel, se
imaginan. Lo que pasa es que creo que en la vida contamos únicamente con
nosotros mismos, claro que me encantaría viajar con un compañero, porque además
uno no sabe si se accidenta o se enferma en otra ciudad. Yo solía hacerlo con
mi familia, con mis amigos, con mis parejas y cuando se puede me encanta, pero
no siempre hay alguien y no debemos dejar de vivir, de experimentar, de soñar,
de conocer, por depender de alguien más. Cuando hay una muy buena película en
cartelera sino hay quien se sume me voy sola al cine más cercano e igual hago
con los viajes, si se da alguno me arranco.
Como no es mi deseo hacerle propaganda a ninguna
compañía les pido que pregunten por quien cubre la ruta, chequeen sus horarios,
etc. Yo solo les cuento sobre mi experiencia. Me subí a esa embarcación y
navegamos sin ningún tipo de contratiempos, el día muy soleado, los pasajeros
muy amenos, la travesía alegre. Inclusive fuimos exactos y puntuales. Siendo
Margarita una isla grande el carro es bastante indispensable así que me
encomendé a la Virgen de Valle, a la cual mi papá tenía por patrona y zarpé.
Muchas personas me habían hablado mal de este
servicio, pues a mí me fue bien, es lo único que puedo contestar, porque no
dudo de las otras historias. En el aeropuerto de Miami un pasajero discutía con
la representante de la aerolínea aprovechando que yo me estaba quejando de su
retraso, argumentando que en ningún momento se nos había notificado del pago de
impuestos aeroportuarios en dólares, él insistía e insistía, así que le afirmé:
“Es lo primero que te dicen al embarcarte en Maiquetía, pero además mire su pasaje,
ahí se lo pusieron. Lo del retraso es culpa de ellos pero lo otro, fíjese en su
billete ya no insista.” Entonces se molestó conmigo y me hecho una mirada
rabiosa. A mí lo que me pasa es que la verdad es la verdad, las cosas son como
son y no puedo apoyar lo que no me parece correcto. Cuestión de principios.
Los ferrys llegaron a Margarita por el empeño de
empresas navieras de carácter privado. Ferrymar, la primera, en 1957, de los
hermanos Bartolo y Estílita Rojas; Naviesca (Conferry a partir de 1970), de
Fucho Tovar y otros accionistas, en 1959; e Intumaca, de Licho Fermín, a
comienzos de los 60. Lo que muestra como fueron los propios margariteños los
que buscaron la manera de conectarse con el país y de esta manera llevar
prosperidad a sus playas.
En North Carolina, mi comadre Stella me llevó a
Biltmore a conocer la casa y la inmensa hacienda de los Vanderlbilt, mansión
museo semejante a un castillo del Loire abierta al público, que puede disfrutar
recorrerla, almorzar en sus varios restaurantes, visitar sus viñedos,
hospedarse en su spa cinco estrellas y caminar por sus bosques. Lo interesante
además de la propuesta turística era conocer más la historia de esa familia de
origen holandés, que emigró a los Estados Unidos y se hizo multimillonaria con sus empresas de
transporte. Si tomamos en cuenta el proceso inflacionario podemos afirmar que
George, el tatarabuelo de los
Vanderbilt, era más rico que Bill Gates. Les cuento esto hablándoles de
Margarita para hacerles el siguiente comentario. La riqueza de esta familia
surgió del transporte, fueron los dueños de los vapores y posteriormente de los
ferrocarriles que unieron un territorio tan vasto como el delos Estados Unidos,
trayendo una enorme prosperidad. Curiosamente luego de muchas vueltas, los ferrocarriles
dejaron de ser privados y formaron parte del transporte del Estado, así nació
el Amtrack. Todos los que hemos viajado en tren en ese país hemos descubierto
lo costoso, lento e ineficiente que resulta. Eso me hace pensar que las
empresas no funcionan a su máximo potencial cuando pertenecen al Estado. Diría
lo mismo del correo americano que da perdidas frente al sistema de courriers
que se cotiza en Wall Street. Algo falta, algo falla, piénselo bien. Los margariteños posiblemente se preguntarán
por sus ferrys como lo hacemos nosotros…Yo solo les cuento lo que viví.
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