No debería existirla costumbre, el mañana y mucho
menos el más tarde para la entrega de un
proyecto prometido; no existe excusa ni culpables terceros y extranjeros de
nuestros errores y de la retirada en batalla de nuestras supuesta palabra; no medimos y mucho menos
cuantificamos el impacto que genera nuestros retrasos y sobrecostos;
simplemente no asumimos nuestra responsabilidad buscando desperfectos en
ausentes, con grandes anuncios sobre un planeta convulsionado de proyectos
fracasados sin culpables…
Los proyectos no deben tener de interlocutor a
la política, ni disfrazarse de ideales de izquierda o de derecha, ó alguna
victima exclusiva; los proyectos son milicias innovadoras con un arsenal de
soluciones para toda nuestra Venezuela, donde su medición de éxito es
exclusivamente del departamento de los resultados cuantificables y medibles.
En Venezuela desde nuestro descubrimiento se instauro
la enfermedad agonizante y contagiosa llamada la ¨Costumbre¨, y en su efímera
historia fueron muy pocos los osados que lograron combatir la peste invasora,
decidiendo inventar curas libertadoras contra agentes opresores y dictatoriales
y de alguna manera levantar banderas contra la costumbre que reinaba en una
América bendecida de naturaleza, pero invadida de políticos acostumbrados a
creerse Dioses….
Esta enfermedad se manifiesta en su comienzo con la idiotez
de perder el tiempo en ¨colas¨ ó ¨filas¨, ¡para todo!, desde algún
vehículo con la exclusividad de nuestras dos (2) piernas. Emprendemosla
costumbre siendo forasteros de sobrevivencias, a dar gracias celestiales si hoy
no fuimos víctimas de la inseguridad; hacemos circos irónicos en cenas
familiares de nuestros padecimientos, nos mentimos tantos de una supuesta
felicidad y muchas veces molestamos a Dios para conseguir aceite o harina pan.
Nos acostumbramos a callarnos, a una mordaza ajena e
irreal, a tener complejos de obediencia militar, a vivir en el cuartel
imaginario de una país bendito de recursos y personas, a recoger las dadivas de
algún proyecto exitoso que nos regala el gobierno ó alguna empresa privada que
cumple con lo prometido…
Celebramos la costumbre con la champaña venezolana,
¨POLAR¨, brindamos en familia cuando nos tropezarnos con la electricidad de
nuestras casas un lunes por la noche. Padecemos de cementerios de proyectos
fracasados, con una economía digna de un nobel de pobreza, vivimos en una
mudanza constante de ideales, y nos seguimos mintiendo todos los días en la
costumbre de un país convulsionado y sin resultados…
Para qué la supuesta libertad si somos prisioneros en
nuestros hogares por las noches; somos
tan ilógicos que adornamos nuestras casas al estilo de una prisión, llena de
barrotes metálicos y de prisioneros familias enteras con sueños prófugos y
miedos celadores de esperanzas…
Tenemos que levantar la voz de protesta, izar banderas de quejas, gritar unidos y
condenar los proyectos náufragos de resultados, dejar de echarle la culpa a
otro, y entender que el cambio está en ti, no en ese agente espacial al cual
rezamos para que haga la magia del cambio fácil y conveniente desde la costumbre del friso de
nuestra dictadura…
Este proyecto de país llamado Venezuela necesita de
ti, no de un milagro…
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