Célebremente Picasso diría “La inspiración existe, pero tiene que
encontrarte trabajando”. Aquí y ahora, cuesta trabajo pensar que la inspiración
pueda encontrarnos. Tal vez tiene demasiadas llamadas o tal vez envejeció
esperando la luz de un semáforo dañado.Para quienes ejercemos labores creativas,
producir ideas innovadoras hoy en día puede ser todo un reto. Es cierto que las
fuentes de información se han multiplicado y que las comunicaciones permiten
aproximarnos a un universo de situaciones y circunstancias que se regeneran a
cada momento, pero es igualmente cierto que la realidad que nos rodea en casas,
calles y ciudades se contagia de un ánimo nocivo del cual es difícil desprenderse
en función de pensar positivo,(nótese la vinculación aquí expuesta entre una
idea creativa y una condición provechosa). Para graficar esta situación, hemos
de partir de los siete orígenes por excelencia de las malas conductas humanas:
los pecados capitales.
La soberbia se
distingue particularmente, desde el comportamiento del motorizado promedio
hasta los líderes que dirigen la gestión del gobierno de turno. La capacidad de
reconocer los logros propios y obviar los ajenos parece cultivarse con especial
fuerza en la medida en que pasan los años. El individualismo se hace presente,
al mismo ritmo que se olvida la necesidad de construir una sociedad estable en
virtud de garantizarnos algún tipo de futuro desprendido del canibalismo.
En otro plano de los comportamientos personalistas, la avaricia se hace patente en lucha por
protagonismo. Hablar de políticos en este punto podría estar un poco trillado.
Mejor tomemos en cuenta a los misteriosamente jubilados de tres empresas, a los
gestores de oficio y el cliché del taxista nocturno. El afán desconsiderado e
inconformista tiene la capacidad de impulsar la acumulación en detrimento de
los demás. Menos para los demás, más para mí.
La gula se abre
camino como otro importante pecado de acumulación, con la diferencia de que
aquí se suele metabolizar lo que se consigue. Lo bueno es que resulta un pecado
en vías de extinción, aunque la obesidad aumenta a diario en nuestro país, no
será por gula sino por mala alimentación. Quien engorda por abundancia, probablemente
va al mercado en otras latitudes.
Palabras como estas podrían hacernos sospechosos de envidia, pero no somos sospechosos,
somos culpables.La envidia tiene la capacidad de extenderse sin cauchos nifloreros
de agua estancada. Solo necesita relaciones para añorar la soltería de la
vecina, caminar para odiar al que maneja, ruido para extrañar el silencio,
soledad para pensar en incómodas amistades. Lo mejor, es que siempre habrá algo
que envidiar.
Protagonista de los noticieros es la ira, como aquel que recibió decenas de disparos, los apuñaladores de oficioo los vecinos que
decidieron lanzar una motocicleta al Guaire en clamor de justicia
personalizada. Además, la ira se lleva el premio por tornar irreconocible a la
gente; solo hace falta presionar los sensibles botones del venezolano
contemporáneo.
Tal vez del otro lado de la balanza, y comúnmente
asociada a los hombres, está la lujuria.
Todos conocemos al que tiene muchas pero ninguna contenta. Lo más
representativo de este hecho, es la afectación negativa de las personas a su
alrededor y que, sin importar la cantidad, la satisfacción nunca se alcanza.
Dichoso el que cualifica en lugar de cuantificar.
A todo esto se le contrapone la pereza,
la cual tiene esa enorme facilidad de impedir –incluso– el alcance de los
pecados más profundos. La pereza se presenta con fuerza en los días de lluvia,
pero llama la atención cuando se observa en el mesonero que tiene pocas
intenciones de ejecutar sus labores, la cajera que procura no ejecutar
difíciles funciones mentales y en los estudiantes que poco se preocupan por
prepararse para construir un futuro mejor.
Es así que, aquellos que nos vemos en la necesidad de
buscar a nuestro alrededor razones de inspiración, tenemos una tarea bastante
complicada. Obviamente no se trata de nuevos motivos, son más viejos que todos
nosotros, el asunto está en que se intensifican cada día, convergen en un
torbellino de situaciones perturbadoras,opacan otras ideas y procuran textos
irónicos sobre sí mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario