Por:
Giovanna Medina
El sentido de pertenencia es un reflejo directo del
valor que se le da a un lugar u objeto. Ello lleva a pensar en los elementos
que influyen en el arraigo e identificación que debe sentir un ser humano, o para
este caso, “el ser ciudadano” para que resguarde su entorno. La historia definitivamente es parte del valor, de
allí que se utilizaran los nombres y apellidos como identificación o que se
abrieran por primera vez bibliotecas y registros para el uso público.
La Unesco desde 1989 ha registrado dentro de los
patrimonios intangibles de las ciudades a los “Tesoros Humanos Vivos”. Son
personas que tienen un grado máximo de destrezas técnicas que son
manifestaciones de la cultura e historia. Estas personas una vez que son
premiadas no solo por su conocimiento sino por su capacidad pedagógica en la
trasmisión de destrezas, tienen compromiso de desarrollar y transmitir sus
conocimientos patrocinados por el estado.
Este sistema de patrimonios vivientes se
institucionalizó en Japón en 1950, en 1964 en la República de Corea, en 1973 en
las Filipinas yen 1985 en Tailandia, entre otros países.
Los valores culturales se traducen en valores
tributarios, tal y como se calcula el patrimonio arquitectónico en la tasación de
un bien inmueble. También se traducen en orgullo e impacto positivo en los
herederos de la Genética Conductual que se registre, en muchos casos son el
origen de programas que exaltan al máximo los aspectos extraordinarios y
tradiciones de un país, como las espadas samuráis, el ballet ruso o el futbol brasilero.
Esa genética conductual
tiene una tendencia contrapuesta en muchos países latinoamericanos, probablemente
por su corta historia y por vestigios de colonización y múltiples migraciones;
donde la novedad y apertura al cambio han estado a la carta. La facilidad de
adaptarse al cambio es el primer paso a la inteligencia emocional según William
Stern, aunque también en nuestro caso, no permite el registro de los valores
históricos que dan carácter al gentilicio.
Hay que decir que la
multiplicidad de cambios puede generar una anarquía implícita, al punto de no
discriminar en la demolición de un edificio de 100 años de antigüedad, o de
cambiar nombres de calles y monumentos aleatoriamente. El impacto puede ser tan
grande como el choque de un carro en la mañana cuando al intentar hacer la
misma ruta se encuentra con un flechado diferente.
En Colombia se ha
abierto un espacio para compartir la tradición oral desde los abuelos a las
siguientes generaciones acompañados inclusive de intérpretes de la música
tienen guardadas en su memoria; un ejemplo es el caso de conversatorios de la
identidad Kankuama.
Los registros de las
preexistencias son tan importantes como los de las decisiones que cambian la
historia de un lugar, el momento en sembraron 4 millones de árboles, arbustos y
plantas, y se construirían 36 puentes, 7 lagos, 101 hectáreas de jardines y 55
de bosques sobre las antiguas casas que alojaban 1600 residentes.
Hoy es un pulmón para
Manhattan en una superficie de 341 hectáreas en las que hay plantados 26.000
árboles y donde conviven 275 especies de aves. Anualmente
acumula unas 2,5 millones de visitas confirmando a este como el parque más
visitado de todo Estados Unidos.
Pudiéramos decir que
las ciudades desarrollan en este sentido una inteligencia emocional al
metabolizar cambios positivamente para el beneficio público, la importancia de
este tipo de inteligencia es la de saber discernir entre lo que se pierde y lo
que se gana para las generaciones futuras, en todo caso registrando
responsablemente los haberes, debido a que como muchas cosas en la vida, “no se
sabe lo que se tiene hasta que se pierde”.
Las tendencias de
globalización atentan de alguna manera en contra de las costumbres locales pero
si nuestra cultura va hacia un refuerzo de valores históricos, saberes e
identidad, las plataformas tecnológicas servirán para la propagación de
elementos auténticos de cada gentilicio para el mundo.
El patrimonio debe
estar acompañado de gestión cultural interactiva que debe ser construida y
registrada por los ciudadanos para garantizar una promoción cultural e
inclusive posicionamiento turístico nacional e internacional que además genere
orgullo y arraigo sobre sus ciudadanos. Este trayecto de incorporación al
mercado debe incluir actores e intereses para la inversión del estado y el
privado en alianza, desde un punto de vista rentable y sostenible siempre en
pro del beneficio público.
Fuentes:
http://patrimonio.consumer.es/la-declaracion-de-un-bien-patrimonio-de-la-humanidad/
http://www.racontrs.com/stories/central-park/central-park-construction/
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