A continuación, la segunda y última parte del artículo publicado acerca de la respuesta emocional ante el cambio:
Negociación
Una vez agotada la fase de la
indignación, los afectados pueden iniciar intentos de negociación. Con esta
nueva actitud, se persigue lo mismo que en la fase anterior, a saber, intentar
salvar la situación precedente.
En otras ocasiones, puede que
intenten obtener beneficios que compensen la pérdida sufrida. Durante los intentos
de negociación, los afectados pueden hacer propuestas de mejora o proponer
soluciones que justifiquen el mantenimiento del statu quo.
Es así mismo posible que durante esta
fase se hagan maniobras dilatorias con el objeto de ganar tiempo y postergar el
cambio.
Angustia
En este punto, las personas afectadas
han empezado ya a reconocer que se encuentran en una situación nueva y que el
cambio ha tenido lugar.
Sin embargo, su percepción de la
nueva situación todavía es poco realista. Unos pueden creer que la nueva
situación es peor de lo que es en realidad o, incluso, tener la impresión de
que se están enfrentando a una catástrofe.
Si se intercalan momentos de euforia,
la percepción de la nueva situación también se distorsiona y puede inducir a
creer que las oportunidades emergentes son mucho mejores de lo que son en
realidad.
Tristeza
Cuando la angustia retrocede empieza
a surgir la tristeza. Aquí se encuentra la nostalgia que resulta de la
constatación de la pérdida. Es la aflicción que produce la evidencia de que la
situación precedente se ha hecho irrecuperable.
Todos esos sentimientos coagulan en
la etapa siguiente, cuando aparece la depresión
Depresión
La depresión que se sufre en este
punto del proceso es una reacción normal que cualquier persona emocionalmente
equilibrada puede llegar a experimentar.
Esta depresión viene estrechamente
ligada a la resignación. A estas alturas del proceso, el cambio ya no se pone
en duda, se reconoce que se ha producido y que la situación precedente se ha desvanecido
y que pertenece al pasado. Durante esta fase, la gente se hunde.
Lo más característico de la fase
depresiva es la pérdida de impulso. La capacidad de trabajo disminuye y eso
refuerza la sensación de ineptitud. La depresión se realimenta en ese bucle y
la visión de la realidad se distorsiona todavía más.
Asimilación
Una vez terminada la fase depresiva
se experimenta la sensación de recuperar el control de la propia vida.
Gradualmente se reencuentra la capacidad de trabajo y uno empieza a sentirse
abierto a nuevas oportunidades. La percepción de la realidad mejora, se hace
más realista. Entonces, se puede decir que el cambio ya se ha comenzado a
asimilar.
Por otra parte,
la situación suele complicarse un poco más, porque la velocidad en el tránsito
por el proceso de cambio descrito difiere entre empresas, entre grupos de
personas dentro de una misma empresa, o entre personas tomadas individualmente.
Es decir, en una situación de cambio y un momento dados, distintos grupos y
distintas personas se encuentran en diferentes etapas del proceso y deben ser
tratadas de manera diferenciada.
En conclusión
A medida que los
individuos van superando las distintas etapas de su transición, va cambiando el
grado de apoyo que brindan al cambio.
Los sacudones emocionales
que vimos en la gráfica anterior sobre respuesta emocional van lentamente
permitiendo que los grupos de trabajo pasen de una etapa inicial de apoyo cero
(fase de desconocimiento) a las fases de conocimiento y aceptación del cambio.
Luego de que se
superan suficientes situaciones individuales y grupales, se gana la masa
crítica de aceptación necesaria para encarar la fase de compromiso con el
cambio.
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