Por: José G. Quintero E
(Parte I)
Para gestionar el cambio es necesario prestar atención a las
reacciones emocionales que suscita. Los cambios consisten en una serie de hechos objetivos. Pero
la reacción de las personas es siempre subjetiva. El impacto que se recibe
depende de la percepción que cada cual hace de los hechos. Un cambio que
produce una situación más insegura pero que ofrece más oportunidades, podrá ser
percibido negativamente por parte de una persona que estima sobre todo la
seguridad. Pero para otra más abierta a la novedad y más ambiciosa, ese mismo
cambio puede aparecer como un reto positivo y estimulante.
CAMBIOS PERCIBIDOS NEGATIVAMENTE
Cuando los cambios son percibidos
negativamente, se observa una concatenación de fases y estados emocionales que
suelen presentarse tal y como se indican el siguiente grafico:
Fluctuación
de la respuesta emocional
Inmovilidad
Frente a un cambio que parece negativo, la primera reacción
suele ser la inmovilidad. En el primer momento, muchas personas se sienten
confusas y desorientadas. Son presa de una especie de estado de shock que las
paraliza. Esto puede durar horas, días o incluso semanas según sea lo que haya
ocurrido y la personalidad de cada cual.
¿Qué hacer?
El gestor del cambio debe comprender y aceptar esa respuesta
como una cosa normal. No debe criticar a los afectados ni debe considerar, en
su fuero interno, que esa reacción es inapropiada.
Negación
Como ya hemos visto, todo cambio comporta una pérdida. Se
pierde una posición conocida, la seguridad que produce el hecho de hallase en
un ambiente que resulta familiar. Eso induce a muchas personas a negar lo que
está ocurriendo: "no pasa nada".
Muchos piensan que "no es posible" que esté
aconteciendo aquello que tienen ante sus ojos. Si la evidencia es tan
abrumadora que resulta insoslayable, habrá quienes lo acepten, pero
experimentarán en cualquier caso una fuerte predisposición a continuar
"como si nada hubiera pasado".
¿Qué hacer?
El gestor del cambio ha de tener en cuenta que las personas
afectadas están sufriendo una pérdida. Ha de saber respetar el duelo que sufren
y abstenerse de discutir sobre esta cuestión. Debe, por el contrario, ayudarlas
a hacer una percepción más realista de lo que está pasando. Puede también informarlas
sobre el cambio que se está produciendo, los objetivos que persigue, las ayudas
que pueden ser utilizadas para asimilar mejor el proceso y, si existen, las
oportunidades que podrían ser aprovechadas.
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